Pitillera damasquinada de Pablo Sarasua
La incrustación de metales preciosos en hierro o acero es una técnica que se atribuye sobre todo a los árabes de Oriente Medio. Aún así, parece que los griegos y los romanos también estaban familiarizados con este tipo de grabado. Con respecto al País Vasco, sabemos que ya para el siglo XVII se grababan tanto armas de fuego como armas blancas, sobre todo utilizando las técnicas de la ataujía y el nielado. Podemos decir que esos dos procedimientos son primos-hermanos del damasquinado desarrollado por Eusebio Zuloaga en Eibar.
Para incrustar el hilo de oro en el acero, Eusebio Zuloaga preparaba la superficie dibujando finos surcos romboidales con un punzón. Gracias a este sistema, la superficie quedaba rugosa y el hilo de oro se colocaba siguiendo unos surcos casi microscópicos, creando imágenes muy elaboradas. Esta manera de damasquinar fue mejorada por su hijo Plácido. Éste se dio cuenta que, mirando con lupa, los surcos realizados a punzón eran irregulares. Entonces se le ocurrió realizar los surcos con una navaja consiguiendo trabajar más rápido sobre una superficie más precisa y regular. Este hecho facilitó que el damasquinado se utilizara para decorar más objetos como es el caso de la pitillera y no solo para adornar armas.
La pitillera está damasquinada por Pablo Sarasua (Eibar 1885-1969). Casado con Gregoria Gisasola, Sarasua fue uno de los mejores damasquinadores de Eibar, sobre todo cuando nos referimos al sombreado y al relieve. De hecho, el oficio y la destreza le venían de familia. Su padre Donato fue alumno de Plácido Zuloaga y abrió su propio taller en el número 16 de la calle Errebal en 1857. Con solo 27 años la reina María Cristina le otorgó la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel por sus méritos como grabador. El trabajo de Pablo también fue reconocido mundialmente cuando el Papa Pío XI le atendió personalmente en una audición especial. La técnica del sombreado es de gran importancia en el damasquinado ya que consiste en dar vida a las imágenes. El sombreado se aprecia muy bien en las imágenes alegóricas de esta pitillera.
Este pequeño tesoro es una donación hecha por Joseba Sarasua Gisasola en diciembre de 2017 pero no es la única pieza donada por la familia ya que la pieza del mes de marzo fue un ánfora damasquinada por el mismo Pablo y también perteneciente a la familia.
¡Animaros a visitar el museo y ver de cerca estas obras de arte realizadas en Eibar!