Patines NAI
El primer tipo de patines que se fabricaron fueron los de cuchilla y se inventaron en los países nórdicos para poder moverse sobre el hielo. Según algunas fuentes se utilizaban desde antes de Cristo pero no alcanzaron su aspecto actual hasta el siglo XIX (al principio la cuchilla era de hueso y los patines eran muy incomodos). Los patines de rueda en cambio, se crearon en el siglo XVIII. Hay que tener en cuenta que al principio se utilizaba una especie de plataforma que se ataba a los zapatos mediante correas. Los patines con bota incorporada se inventaron el siglo pasado pero antes de eso hubo muchos modelos (y probablemente lesiones).
La pieza que tenemos entre manos es claramente un par de patines de hielo, concretamente del tipo clásico (existen otras dos modalidades: de hockey y de velocidad). La cuchilla es una sola pieza de acero templado, con siete dientes en la parte delantera llamados serreta. Aunque en los patines de ruedas éste suele ser el emplazamiento del freno, en el patinaje sobre hielo no se aconseja utilizar la serreta para ese fin y normalmente solo se emplea al realizar figuras de patinaje artístico como saltos picados. La parte superior de los patines son unas botas blancas y altas con los cordones originales. Si nos fijamos vemos que en la parte más alta los cordones se atan mediante corchetes para dar libertad de movimiento al pie manteniéndolo bien sujeto. El material de las botas es cuero rígido que tiene como objetivo evitar torceduras de tobillo. Asimismo, cabe mencionar que la cuchilla está sujeta a las botas mediante tornillos.
Como curiosidad hemos observado que en la parte inferior de las botas pone "ANOETA", quizá porque el emplazamiento de la única pista fija de patinaje sobre hielo está en Gipuzkoa y estos patines se emplearon allí. Aunque no es más que una hipótesis.
En la cuchilla también vemos un grabado que nos permite saber que la pieza fue producida por la empresa NAI de Eibar, el taller que creó Carlos Narbaiza en la década de los 50. En esta empresa que tuvo varios emplazamientos en Eibar se produjo de todo; patines, monopatines, pequeñas piezas de automoción...
Pero Carlos Narbaiza hizo más que eso. Al jubilarse empezó a recopilar distintas piezas producidas en Eibar creando una colección de gran valor. Bicicletas, lavadoras, piezas y herramientas de todos los tamaños, damasquinados... cabe de todo en esta colección de más de 2000 piezas. Tras la muerte de Carlos la familia donó la colección al Ayuntamiento y hoy en día el museo está realizando la labor de catalogación. Mediante esta pieza del mes hemos querido destacar Nai y el trabajo que realizaban de entre todas las empresas representadas en la colección (Super-Ego, Abelux, Alfa...), y aprovechar así para agradecer una vez más a Carlos Narbaiza su inestimable ayuda para la conservación de la memoria industrial de Eibar.