1925-1961 J. Alfa


Letrero Alfa

A lo largo de sus casi 100 años de existencia, de los distintos talleres e instalaciones de la empresa Alfa han salido gran cantidad y variedad de objetos, desde armas de fuego a esculturas monumentales. Y, sin embargo, hoy sigue siendo conocida y reconocida por el que fue su producto estrella: la máquina de coser. Por eso puede resultar sorprendente saber que, cuando se creó la empresa en 1920, sus fundadores no habían pensado dedicarse a su fabricación.


Maquina de coser Alfa Portatik Maletin

"La Sociedad Anónima Cooperativa Mercantil y de Producción de Armas de Fuego" Alfa se constituyó el 28 de octubre de 1920 precisamente para dedicarse a la producción de revólveres. Sus fundadores habían trabajado y aprendido el oficio armero en una de las fábricas más importantes de Eibar, Orbea Hermanos, y decidieron aunar sus fuerzas en la nueva empresa para dedicarse a la fabricación de revólveres oscilantes, actividad en la que, en poco tiempo, lograron grandes beneficios y una importante cota de mercado. Sus fundadores fueron Joaquín Tellería (quien fue, además, su primer presidente), Eusebio Alustiza, Benito del Barrio, Florencio Alonso, Telesforo Ocamica, José Barrutia y Diego Osa, y el régimen empresarial elegido fue el de cooperativa, constituyéndose, así, en la primera fundada en el País Vasco.


Operarios de Alfa

La fabricación de máquinas de coser llegaría más tarde, en 1925, como respuesta a la crisis del sector armero: los operarios aprovecharon los conocimientos y capacidades adquiridos en la fabricación de armas y los emplearon en crear nuevos productos, buscando una diversificación que permitiera la supervivencia de la empresa. El cambio resultó ser un acierto, y en 1932 la Compañía pasó a denominarse Sociedad Anónima Cooperativa Alfa, abandonando definitivamente la producción de armas de fuego.


En sus primeros años la firma no contaba aún con locales propios, y entre los cooperativistas arrendaron un taller en la calle Bista Eder. Pronto, sin embargo, el éxito de la nueva empresa les permitió trasladarse a la calle San Andrés. Allí ocuparon un solar en el que, con el paso del tiempo, llegaron a levantarse once pabellones, en una superficie de 18.959,12 m2 de los cuales 3.384 m2 correspondían a terrenos ganados gracias al soterramiento del río Ego.


Plano del primer edificio

El primer edificio construido en este emplazamiento fue levantado en 1929 por el arquitecto Augusto Aguirre, quien proyectó un inmueble netamente industrial, con estructura de hormigón armado y tres alturas, grandes ventanales al exterior y planta diáfana. Estas primeras instalaciones de la fábrica, muy ambiciosas en su concepción, quedaron seriamente dañadas durante la guerra civil, periodo en que, además, se dispersó la maquinaria de la empresa. Alfa hubo de refundarse tras la contienda, iniciándose en la década de 1940 un periodo de expansión que tuvo también su reflejo en el crecimiento de las instalaciones: para 1943 habían realizado importantes reformas, añadiéndose al edificio original tres pisos más y un cuerpo anexo.


Plano Reformas

En 1951 se construiría una nueva nave de fundición, que tuvo que ser ampliada sólo cuatro años después, en 1955. En el mismo periodo se construyó el edificio de oficinas, terminado en 1957. En definitiva, fueron las necesidades de cada momento las que determinaron el crecimiento de la planta, que hubo de hacerse por adición, siguiendo un proceso muy habitual en Eibar. Se creó así un edificio de espectaculares dimensiones, "el corazón de Eibar", que durante décadas marcó, con su sirena, el ritmo diario de la ciudad.


Edificio de Oficinas

Hoy, la fábrica ha desaparecido, aparentemente sin dejar ninguna huella física, ni en la arquitectura, ni en el urbanismo de la zona. No obstante, la calle Ego-gain nos habla todavía de un Eibar industrial, que se construyó ganando terreno al río Ego, y que se transformó al mismo tiempo que sus talleres pasaban, igual que hizo Alfa, de fabricar armas de fuego a producir otros objetos de consumo. Alfa nos habla de Eibar desde el vacío que dejó la desaparición de su edificio industrial. De nosotros depende guardar su memoria.


Sala de exposiciones año 1953


Anemona Studioa, 2015, Eibar www.anemonastudioa.com
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