El 7 de septiembre de 1920, Juan Solozabal Mendive y Juan Olave Bilbao, dos antiguos empleados de la fábrica de armas Orbea Hermanos, una de las más importantes de Eibar, fundaron la empresa Olave, Solozabal y C.Í.A., que pronto sería conocida por una de las marcas con que comercializarían sus productos: El Casco. Aprovechando las capacidades y conocimientos que habían adquirido en sus años de trabajo en Orbea, se dedicaron inicialmente a la fabricación de revólveres oscilantes de los calibres 32 y 38, que venderían con tres marcas registradas "Duque, Tejón y El Casco", actividad a la que se dedicaron exclusivamente hasta el año 1929. Contaban para ello con unos talleres en el barrio de Txonta, dotados con toda la maquinaria necesaria para la fabricación y control de las piezas: taladros, barrenos, tornos, fresadoras, prensas, escariadoras, copiadoras, pulidoras y baños galvánicos.
Sin embargo, la crisis armera de 1920 obligó a la firma a buscar una nueva salida para sus productos, que permitiera aprovechar el saber hacer de los trabajadores y las técnicas, tecnologías y maquinaria que habían desarrollado en su fábrica. Surge así, en 1932, el modelo M-15 de "cosepapeles", la grapadora que, con su típica silueta de seta y su brillo niquelado, colonizó los escritorios de medio mundo e hizo conocido y reconocido el nombre de empresa Olave, Solozabal y C.Í.A. y de los objetos de escritorio marca El Casco. El éxito de este objeto se basó en su fiabilidad mecánica: como buenos armeros, sus fabricantes consideraban que "una grapa debería desfilar por la grapadora con la misma precisión que una bala por el cañón de un revólver". Pronto la firma empezaría a producir otros objetos, como el numerador automático modelo M-500, pero también sacapuntas, taladradoras y un largo etcétera, que contribuyeron a consolidar la nueva línea de producción.
La guerra civil supuso un importante punto de inflexión para la empresa, ya que durante la contienda los bombardeos destruyeron los talleres de la firma al igual que la práctica totalidad del tejido industrial eibarrés. Es entonces cuando se toma una doble decisión: trasladar la producción a un nuevo emplazamiento, situado en el centro urbano, y abandonar la fabricación de armas en favor de los objetos de escritorio que tan buenos resultados estaban dando desde 1932.
Se encarga entonces la construcción de un nuevo edificio industrial en la calle Blas Etxebarria, haciéndose cargo del proyecto el arquitecto Raimundo Alberdi Abaunz, responsable de la reconstrucción de Eibar tras la guerra civil y uno de los artífices más importantes de la arquitectura eibarresa.
Al primer edificio, diseñado en 1938 con unas premisas de funcionalidad y economía de medios muy adecuadas para las circunstancias de la empresa, se le fueron añadiendo sucesivas ampliaciones durante la décadas de los años cincuenta y sesenta, hasta alcanzar en 1963 su actual desarrollo arquitectónico, con un espacio de 10.000 m2. Se fue creando así un conjunto que es mucho más que un edificio industrial, ya que cuenta con viviendas para los socios y para sus obreros. El edificio es un claro ejemplo de una de las tipologías fabriles más presentes en Eibar: una estructura de hormigón y planta rectangular distribuida en cuatro alturas y rematada en cubierta adintelada. Amplios vanos también adintelados rasgan casi por completo el lienzo de su fachada, convertida así en muro-cortina, y permitiendo la iluminación del diáfano interior, al tiempo que aportan ritmo y orden compositivo al inmueble.
Y todo ello sin olvidar el uso de una decoración más elaborada, circunscrita al recerco de la puerta de acceso principal, muy moldurada, y a la placa recortada en el dintel donde estuvo la marca de la fábrica, precisamente una imagen de "El Casco" que tanta fama ha dado a esta empresa.
Anemona Studioa, 2015, Eibar www.anemonastudioa.com
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