En 1915, Miguel Aguirre y Nicolás Aranzabal, dos eibarreses que se habían formado en Barcelona con el armero alemán E. Schilling, fundan la armería Aguirre y Aranzabal. En sus orígenes estuvo situada cerca del convento de las carmelitas, alejada del casco urbano cuando no era más que un modesto taller, uno de tantos de la villa de Eibar, en el que se empleaban ocho operarios. Por aquel entonces se dedicaba a fabricar piezas para otras armerías, fundamentalmente para Víctor Sarasqueta, que era entonces una de las más importantes de Eibar. Poco a poco, el negocio fue resultando más rentable, y algunos años después empresarios y trabajadores se trasladaron al centro urbano de la villa, a la calle Dos de Mayo (hoy Julián Etxeberria), un emplazamiento donde ya existían muchas otras armerías similares. Allí se convertirían en uno de los talleres más activos de Eibar.
Durante la I Guerra Mundial supieron aprovechar la gran oportunidad que supuso la neutralidad española en la contienda, momento en el que llegaron a alcanzar una producción de más de 20.000 piezas. Este taller armero sería destruido, como gran parte del tejido industrial de la villa, durante la guerra civil.
En 1938 sus propietarios decidieron trasladarse a un nuevo emplazamiento, en la zona de Bista Eder. Esta decisión coincidió con un importante cambio en la orientación de la empresa, dejó de fabricar componentes para otras empresas para asumir la fabricación completa del arma, que comercializarían con la marca AYA.
La producción de escopetas completas requería de unas instalaciones más complejas que las que la empresa había tenido en Dos de Mayo, de modo que encargó la construcción de un nuevo edificio. Se confió para ello en el arquitecto Raimundo Alberdi Abaunz, uno de los más prolíficos de la historia constructiva de Eibar, y que estuvo estrechamente vinculado con la reconstrucción de la villa tras la guerra civil.
El nuevo edificio, que tuvo un coste de 100.000 pesetas, contaba con una estructura completa de hormigón armado, fuerte, versátil e ignófuga, lo que posibilitaba futuras ampliaciones e instalar sin problemas la pesada maquinaria. Para su construcción los empresarios se inspiraron en armerías francesas y belgas, y el proyecto incorporaba importantes adelantos, como galerías de tiro o espacios reforzados para la prueba de las armas. En su momento, la nueva fábrica despertó la admiración de propios y extraños; la potencia de su arquitectura y la magnificencia de sus instalaciones fueron reseñadas en prensa y revistas especializadas.
Hoy, la empresa sigue su andadura en unas nuevas instalaciones, en la avenida Otaola. El edificio de Bista Eder fue adquirido por el Ayuntamiento de Eibar y tras una profunda transformación se destina a usos culturales. En Portalea ya no se fabrican escopetas, sino que se acogen servicios culturales: sala de exposiciones, sala de conferencias, salas de reuniones y talleres y, por supuesto, el Museo de la Industria Armera Armagintzaren Museoa, que cuenta con una extensa colección de armas y una gran variedad de productos fabricados en Eibar. Aquí el público interesado puede visitar los más de 1.000 m2 de exposición, que ocupan toda la quinta planta del edificio, y conocer la memoria y el patrimonio de la villa de Eibar, un pueblo de gran tradición industrial, en un recorrido que abarca toda su historia, desde el siglo XIV hasta nuestros días.
Anemona Studioa, 2015, Eibar www.anemonastudioa.com
Ondartez www.ondartez.com